4.06.2010

la alegoría del segundo contramaestre que se fue a oscuras

Se cierne al pasar, el débil azar,
Ante la contundencia de lo que hecho está,
Por el sudor que recorre hacia el alféizar,
La equivocación no para de sangrar.


Fatigada y hastiada desdeña a Silea,
Que cante o que sangre, que muera y no se vea,
Colmada de suerte, bañada y serena,
Potente, grácil, tan lejos de ser la que una vez fuera.


Me promete que antes de partir solo se despedirá de mí,
El espíritu del alcohol que vive en él creo que me engaña,
Reconocido ante el vasto arquetipo del dolor, siente
Y a mí me parece, que tal vez es cierto que se acaba.


Porque se irá como apareció, ni del norte ni del centro,
Se irá como el barrio bravo en el que ha nacido,
Peleando, ebrio y como un perro a su destino,
Caminando sin nada mas que su propio vaso de vino.

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