Inapetente, silencioso e impávido me quedo ante el teclado, me quedo pensando todas las incontables combinaciones que pueden darse, que tan fácil o difícilmente pueden engendrarse, pienso que pienso, y a la vez me doy cuenta de que no llego a hacerlo (por mucho).
Quiero que el celular suene y sea alguien conocido y que su voz me haga compañia por un rato, no porque me haga falta, sino porque no tengo la menor idea de como comenzar con lo que me resta por hacer.
Quiero que el celular suene y sea alguien conocido y que su voz me haga compañia por un rato, no porque me haga falta, sino porque no tengo la menor idea de como comenzar con lo que me resta por hacer.
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